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miércoles, 26 de mayo de 2010

Teresa Rodriguez investiga en Ginebra el orígen del universo

Explique a mi sencilla mente qué es un hadrón.
-Un hadrón (por ejemplo, el protón de los núcleos atómicos) es una partícula compuesta. Sus constituyentes elementales (sin estructura interna) se llaman «quarks».
-¿Y qué hace la máquina de Ginebra?
-Básicamente, almacena protones que acelera y que colisionan en determinadas condiciones, en eso consiste. Como ya sabrá, la máquina está bajo tierra y tiene 27 kilómetros de circunferencia, es como un enorme «donut».
-¿Qué cometido tiene usted en tan complejas investigaciones?
-En el LHC hay cuatro detectores de partículas, y yo voy a coordinar el trabajo en uno de ellos, una colaboración en la que se han asociado 200 centros de investigación y en la que participan tres mil personas entre físicos, ingenieros y personal técnico.
-Cuando esté a pleno rendimiento en 2012, se aspira a averiguar cómo nace la materia.
-El LHC está diseñado para funcionar a una energía de 14 teraelectronvoltios, muy alta, y ahora está funcionando a la mitad, pues aún queda trabajo por hacer para poder trabajar a la energía máxima. Buscamos evidencias de la nueva física que no han sido accesibles con la energía que hemos tenido hasta ahora.
-Y ahí entra detectar el famoso «bosón de Higgs».
-Uno de los objetivos fundamentales del LHC es, en efecto, hallar el bosón.
-Resúmanos qué es.
-Es la explicación de por qué las partículas tienen masa. ¡El responsable de que exista materia en el universo!
-¿De ahí que algunos lo hayan llamado «la partícula de Dios»?
-Todos esos otros nombres son más bien literarios.
-Y publicitados por Dan Brown en «Ángeles y demonios».
-De hecho, en la película basada en su libro salen escenas del LHC y se mezclan arbitrariamente todos los conceptos. Aunque en realidad el nombre de «partícula de Dios» viene del libro «The God particle», de Leon Lederman, un Premio Nobel de Física.
-No logro concebir la antimateria. ¿La podemos imaginar?
-Por supuesto. ¡Estamos rodeados de antimateria!
-Qué me dice...
-Vamos a ver [con tono didáctico]... En los primeros instantes del universo, en las condiciones de su inicio (que es lo que estudian estos experimentos de física de partículas), suponemos que había la misma cantidad de materia que de antimateria, sin preponderancia de una cosa sobre otra. Pero de alguna manera en un momento dado se produjo una ruptura de esa simetría. En ese «exceso» de materia vivimos nosotros...
-Pero la antimateria sigue ahí.
-Se está produciendo continuamente. En los rayos cósmicos que interaccionan con la atmósfera y que llegan a la Tierra hay materia y antimateria. Ahí se produce naturalmente, y también la producimos en el labotarorio.
-¿Qué apariencia tiene?
-La misma que la de la materia, sólo que con carga opuesta. Lo que ocurre es que la antimateria cuando interacciona con la materia se aniquila. Son dos partículas idénticas, con la única diferencia de que una es materia y otra es antimateria. Por ejemplo, el positrón y el electrón se aniquilan en un fotón. El proceso natural es que la materia y la antimateria se aniquilen.
-¿De ahí surge toda esa literatura sobre los peligros que acarrean estos experimentos?
-Sí, pero insisto en que la antimateria es algo cotidiano.
-Así que no hay riesgo de que el experimento de Ginebra cree un gran agujero negro que nos fagocite, ni nada parecido.
-No lo hay. ¡Lo que allí hacemos la naturaleza lo hace de forma mucho más abundante!

entrevista para ABC

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